Como un ornitorrinco en el mundo animal, el Museo Zenú de Arte Contemporáneo de Montería –Muzac- es el ente cultural más extraño que ha parido este país. No tiene sede, ni burocracia, ni presupuesto propio, ni deudas, ni compromisos con nadie. Parece no existir desde su mismo nombre: se llama Museo y carece de colección; y se apellida Zenú, y no tiene nada que ver con arqueología; es tan efímero que solo expone cuatro meses al año. Sin embargo -triangulados el número de visitantes, la población circundante y el tiempo de exposición de cada artista-, es el museo más exitoso que actualmente hay en Colombia. Y, lo mejor, no se duerme sobre sus laureles: cada día gana en prestigio y reputación.
Desde su fundación, ha llevado hasta la capital cordobesa obras de más de trescientos artistas en un listado que incluye los nombres más importantes de la plástica, la escultura, la fotografía, la obra gráfica, el paisaje, el video, la instalación y hasta el performance nacional. Un rápido muestreo da una idea al respecto: Alejandro Obregón, Nereo López, Enrique Grau, Jaime Ávila, Fernando Uhía, Débora Arango, Leo Matiz, Álvaro Barrios, Edwin Jimeno, Antonio Caro, Beatriz González, Eduardo Ramírez Villamizar, Fernando Botero, Alberto Baraya, Johana Calle, José Alejandro Restrepo, Luis Caballero, Pierre Daguet, Feliza Burtzyn.
¿Cómo lo ha hecho? Antes que nada, con independencia y continuidad.
Estos son los dos pilares sobre los cuales boceteó un documento el pintor sahagunense Cristo Hoyos Mercado, que luego usó para convencer a un puñado de cordobeses sobre la necesidad y urgencia de llevar arte a una región, en ese momento, carne de paramilitares. La primera reunión, en casa del médico Hernando Patrón, definió la junta directiva que desde entonces ha estado al frente de esta aventura: el arquitecto Mario Giraldo García, como presidente; la psicóloga Laura Rey, rectora del Liceo Montería, como secretaría; el empresario Enrique Salleg Taboada, como tesorero, y como vocales, Marínés Saade Mejía, Ana María y Antonio Sofán Sánchez, Carlos Cubillos Lacharme y el mismo Cristo Hoyos Mercado, quien no solo se encarga de la programación del Muzac sino que además –no hay que restar méritos- es el alma del proyecto.
Convertido en relacionista público a nivel nacional, Hoyos Mercado ha depositado su aval y prestigio para que instituciones como el Museo Nacional, la Tertulia de Cali o los Museos de Arte Moderno de Medellín, Cartagena y Barranquilla prestaran parte de su patrimonio artístico que incluye obras invaluables. Y a la vez, en una función de roedor de biblioteca, ha invertido su tiempo en una ardua y dispendiosa investigación persiguiendo, como perro que olfatea minuciosamente una estela de orines, a los artistas cordobeses del pasado.
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